El base del Melilla Baloncesto, Josep Franch, atraviesa uno de sus mejores momentos desde su llegada a Melilla este pasado verano. En este reportaje descubrimos a una persona que tuvo madurar en poco tiempo pero que ha encontrado en el baloncesto y en su vida personal, el equilibrio perfecto para ser feliz.

Nacido en Badalona y formado en una de las mejores canteras de Europa como la del Joventut. Franch se ha criado y formado desde el baloncesto: “Nacer en Badalona medio te obliga a jugar a baloncesto. Se dice que la gente nace chutando un balón y allí lo hacen botando. Desde pequeño cuando iba al colegio siempre tenia la ilusión de que llegara el fin de semana y poder ir al campo a ver jugar a la Penya. En el momento en el que en Minibasket me llamaron para ir a la cantera, fui con una ilusión enorme. Ir superando las etapas y encontrarte con opciones de poder estar en el primer equipo fue un sueño hecho realidad”.

IMG_3697Tras despuntar en la ACB con el Joventut, con el que se alzó con la ULEB Cup, y con las selecciones inferiores, donde se hizo con el Campeonato de Europa sub20 y fue uno de los jugadores más destacado, Franch se encontró en la tesitura de tener que abandonar su zona de confort y empezar una nueva etapa lejos de Badalona. Una decisión que no fue nada fácil para él: “Yo terminaba contrato en Badalona y el club estaba en un momento complicado, debido a una fuerte crisis económica, por lo que no sabían si podían ofrecerme un contrato. Entonces decidí tomar la decisión de mirar otras alternativas y la de Murcia me pareció en su momento la mejor para mí”.

Rifado por los grandes clubes de España, Franch decide enrolarse en un proyecto nuevo y emergente como el del UCAM Murcia, que iniciaba una nueva etapa en ACB, tras de subir esa misma temporada de la LEB Oro.  Un cambio que no fue nada fácil para nuestro protagonista: “Es duro mentalmente estar en un equipo y en una situación como la que estaba en Murcia, especialmente cuando eres joven y acabas de salir de casa como era mi caso. El inicio fue complicado. Considero que estaba jugando bien, salir de casa y estar fuera en tu primer año no es nada fácil, y a mi me costó bastante en lo personal”.

Captura de pantalla 2016-03-08 a las 18.15.22Pero ese cambio de comenzar a vivir solo y lejos de casa también sirvió para que el base catalán madurara y conociera una de sus grandes pasiones, la cocina. Aunque los comienzos no fueron fáciles: “Al principio tiraba de pasta y pollo a la plancha pero con el paso del tiempo he ido aprendiendo cosas, incluso de compañeros que me han enseñado algunos platos”.

Ahora ya domina los fogones a la perfección y como todo gran chef tiene su plato estrella: “El año pasado coincidí con Rafa Huertas en San Sebastián y me enseño un plato que está gustando bastante entre los compañeros del equipo que son las alitas a la salsa de Coca Cola”.

Franch compagina su carrera profesional con los estudios. El jugador explica que desde siempre sus padres le han insistido en que su formación no solo debe la baloncestística, sino que la intelectual también debe ser muy importante: “Desde pequeño siempre me han insistido en que los valores que te da el baloncesto son muy importantes pero hay que tener algo detrás porque el baloncesto se puede acabar en cualquier momento, en cambio los estudios siempre están ahí”.

IMG_0362Por este motivo, desde hace tres años cursa la carrera de psicología: “Me decidí por psicología porque era una carrera que siempre me había llamado la atención y además porque creo que tiene cierta aplicabilidad al deporte”.

Aunque reconoce, que nunca es fácil compaginar estudios y baloncesto y por ello aprovecha cualquier momento para sumergirse en los apuntes: “Llegas cansado de entrenar y entre entreno y entreno tienes un par de horas y hay que aprovecharlas. En los viajes también intento sacar tiempo y aprovecho que Asier también está estudiando para mirar los apuntes con él para intentar sacar la carrera adelante”.

IMG_7216Sin duda, Franch vive ahora un momento dulce en la cancha, algo que apunta se debe a su cambio de mentalidad. Un proceso lento y complicado pero que parece que comienza a dar sus frutos: “Creo que estoy siendo bastante feliz. En un principio estaba bastante estresado y me preocupaba en exceso si perdíamos e incluso en muchas ocasiones no comía al día siguiente. No quiero que se entienda mal pero creo que me lo tomaba todo “demasiado en serio”. Ahora he aprendido a relativizar, dentro de la importancia que tiene el baloncesto, pero sabiendo que no es lo único en esta vida. Esto me permite poder tener otra vida más allá del baloncesto, porque al final es eso lo que enriquece a la persona”.

“Cuando las cosas van bien fuera, luego en la cancha se nota. Estoy jugado con alegría, mucho más suelto y creo que estoy ayudando mucho más al equipo. Ojala pueda tener otro año como este porque lo estoy disfrutando”, concluye el jugador que parece haber encontrado en el Melilla Baloncesto el equilibrio perfecto.